domingo, 1 de febrero de 2009

Instrucciones para ir a dormir...



Como supongo has podido notar, he encontrado que hacer mientras no estás en casa y los estudios ya me purgaron. Si, escribo un manual con instrucciones muy precisas y meticulosamente ideadas para muchas de las cosas que hago durante del día.
Desde cómo preparar mi mesa de trabajo y estudio hasta ésta, una de mis favoritas por cierto; quizá te preguntes ¿cómo puedo saber que es una de mis favoritas si aún estoy trabajando en ella?, sencillo: tú, es la respuesta.
Bien, son las 20:00 y aún no llegas a casa, empezaré haciéndote la cena:
Primero hay que ponerse el mandilito de cuadros pequeños, si ese con el gran moño rosa y bordados ridículos que me dieron en el festival de mi sobrina, eventualmente lavarme las manos, poner los codos en el borde del fregadero para pensar que podrías comer, sin que sea yo -sonreír en ese momento- ¡¡Sí!! Ensalada César!; pronto dirigirme al refrigerador y la alacena para seleccionar los ingredientes:
1 diente de ajo machacado con una pizca de sal
2 cdas de jugo de limón
1 cda de salsa inglesa
1 cdta de mostaza
3 cdas de crema ácida
1/4 de cdta de pimienta
1/2 taza de aceite de oliva
1/3 de taza de queso parmesano rallado
3 lechugas italianas limpias y picadas
1 1/2 taza de pan cortado en cuadritos
3 cdas de mantequilla

Teniendo todo lo necesario procedo a freír el pan en la mantequilla hasta dorar. En un recipiente mezclar los demás ingredientes (menos la lechuga) batir hasta obtener una salsa cremosa.
En una ensaladera poner la lechuga, el aderezo y los pancitos, mezclar y espolvorear con queso parmesano.
Está listo, poner la mesa, dejar la ensaladera en el centro con un trapito encima y una nota diciendo "el agua mineral está en el refrigerador, te amo". Terminando esto limpiar la cocina.

Meterse a bañar, soltarse el cabello, fuera ropa! entonces mirar al espejo , ver que ya no está la quinceañera de hace años ( por más que me lo pienso no sé cómo llegamos hasta aquí), templar el agua, de un brinco ya estar sintiendo su caer como que dibujando mi silueta y cantándome aquélla melodía de mi experiencia primera.
Siguiendo las normas del buen dormir, según mi sacrosanta y difunta abuela desde hace unos años: Después del baño va el proceso de oler rico y estar lista para cualquier imprevisto; que empieza por secar el mojado y vaporoso cuerpo, cada zona sin escatimar el tiempo en el que puedas secar perfectamente cada micra de piel y cabello, luego, tomar el frasco con esencia a patchouli , verter en la mano izquierda un chorrito, colocar el frasco en su sitio, con las dos manos untar en toda la superficie que compone mi ser la deliciosa fragancia, vestirse con un lindo y coqueto conjuntito azul cielo, blanco, rosa, amarillo, verde o "x" color para esas ocasiones "especiales", escarmenar el cabello y ponerse un poquito de colorete en labios y mejillas.
Llegamos al momento en el que mi cuerpo pide cama a gritos, dirigirse a ella, ¡Por fin poder recostarme! tomar una de mis almohadas y abrazarla, pasan quizá 15 o 20 minutos; como es costumbre el no poder dormir cuando no estás es seguro que podré oírte cuando entras y cuando estás en la cocina porque seguro ya leíste la nota que dejé en el comedor, entras a la recámara te diriges al baño, después a la cama y a oscuras me abrazas, me das un beso para luego susurrar “gracias pequeña”, correr mis brazos hacia a ti y comienza la funcionalidad del rito que mi abuela con tanta seriedad me inculcó (a veces creo que se ha de revolcar en la tumba cuando se entera por culpa de los vientos que sus buenos consejos de mujer casada los utilizo para las informalidades de mi vida de hembra liberal). Mientras me hueles, me acaricias y besas empezar a decidir si hay postre... ok ¡sí! Proceder a desnudarnos y que los juegos pervertidos comiencen!... me encanta tu piel tan suave, tus glúteos tan perfectos y hermosos, tus manos apretándome las caderas y tus labios besando hasta la silueta que se logra ver a contra luz.


Al culminar la lucha grecorromana que teníamos en ese pedacito de universo hecho exclusivamente para nuestra intimidad y momento de amor pasional y desenfrenado, hacemos algunas cosas que por higiene estamos obligados, te despides de mi con un beso pequeño en los labios, me pides que te abrace a modo de poder sentir mi calor en tu espalda.

Llegó el momento de continuar con las instrucciones para poder dormir, meter mi mano dentro de tu camisa, acariciarte lentamente hasta que te quedes dormido; cuando esto pase darte un beso en la espalda, decirte:” buenas noches mi amor”, entonces y solo entonces poder dormir yo.

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Por: Inés Ramírez Marín


Samed