martes, 11 de noviembre de 2008

Placeres


-Hola mi amor-, dijiste
te miré ansiosa;
sedienta de tu saliva,de tu sudor...
hambrienta de tu boca, de tu carne, de ti.

Ipso facto!, mis manos ya estaban explorando
tu hermosa anatomía;
tu pecho, tu espalda perfecta...
entretanto, tu te comías mi cuello
y el olor de mi cabello te saturaba los pulmones.

Acostados en el manto estelar del deseo
mezclamos nuestros labios.
Me despojaste de las fibras textiles
que oprimían mi libertad,
facilitándote la tarea de pequeño explorador
adentrandote en la profundidad de mi líbido.

Vigorozo acto de amor.
Más hondo, salvaje,delicioso...

Hacías de mi y para mi
tus más perversas fantasías.





Tu piel: tan suave,hermosa y perfumada
se deslizaba por toda yo,
satisfaciendo la lujúria de mis terminales nerviosas.

Mi nariz sofocada de tetosterona
me hacía perderme
en los más ínfimos detalles de tu cuerpo,
llenándote de caricias,besos,mordídas...

Mientras buceabas en mis adentros
anclabas tu preciosa boca
en la cúspide de mis arrecifes coralinos.



después...
el estupor de la embriagues celular
se hizo presente,
entonces sólo explotaste
dejando en mi, el manantial de tu estirpe.




Inés Ramírez Marín

lunes, 10 de noviembre de 2008

Te espero


pronto sentí tus dedos deslizarse
suave,minuciosa y delicadamente
por el borde superior de mis muslos.
El calor de tus labios
se aproximó a las dunas de mis placeres,
pequeñas mordidas en el alma...
y tu lengua agonizante de deseo
en aquél sitio diseñado en exclusiva
para ti...

desde aquella tarde mi amor... te espero

Inés Ramírez Marín

jueves, 6 de noviembre de 2008

Ciclos


Tengo tantas ganas de abrazarte,
no soltarte por largo rato,
llenar esa boca con las caricias de mis labios
la pasión de mi lengua,
la dulce tortura de mis dientes...

Quiero hallarme en cada rincón de tu pensamiento,
alojarme en cada parte de tu cuerpo;
fundirme en ti y así quedarme.

Que en tu mirada encuentre el fuego de tu esencia,
Tenerla así tan cerca,
Dejarla intacta resplandeciente,
así tan bella, tan pura, tan única...

Sentirme gozosa por tener esa luz
iluminando los instantes de mi vida.
Instantes que se siembran,
cual sauce y permanecerán por centurias,
así mi carne y mis huesos dejasen de existir.

Tu recuerdo en mi tumba,
tu esencia en los campos de mi eternidad,
floreciendo en pequeños capullos incandescentes,
que esperan por abrirse y resurgir en estrellas,
que iluminan mis noches.
Descienden a lo profundo de mis infiernos,
para buscarme y traerme a tus brazos
que no son más,
que viejas llamaradas de tiempo hermoso,
memorias de mi viejo existir,
que me confiesan inmortal en ti.

Inés Ramírez Marín